Candy cane ice cream, helado de bastones de caramelo.




¿Qué tal os va?
¿Ya de cabeza con las Fiestas?
¿Locos por estrangular a la suegra metete, por ahogar al sobrino chillón o por cortarle las manos al pulpo del colega de tu hermano?
Pues todos tranquilos ¡¡hay fiestas para rato!! Jejeje...
Cuando era pequeña mi hermana y yo siempre pensábamos (y decíamos en alto) que era una pena la gente que no celebraba la Navidad... o que se iba a pasarla por ahí sin más celebraciones que viajar, comer en restaurantes y disfrutar del servicio de habitaciones... ¡¡qué inocentes!! ¿verdad?



A ver... no me entendáis mal, yo soy una fanática de la Navidad... de esas que anda pensando regalos, recetas y planes desde octubre, de las que va cual homicida camikace al cada vez más triste y feo Cortylandia, de las que tienen (y escuchan) villancicos en casa... de los de pandereta y todo!!
Vamos que lo mío es devoción por esta fechas...
Todo tiene su explicación, la verdad... por un lado porque para nosotros la Navidad significa todas esas cosas que hoy suenan tan cursis y a la vez tan necesarias como la Alegría, la Esperanza, la generosidad y el compartir... ¡¡mira que somos mucha familia!!
Por otro lado porque las fiestas suponen celebrar, reunirse y disfrutar con la gente que quieres... aunque parezca que sólo la quieres esos días... a pesar de que en casa nos reunimos, y mucho... en Navidad es diferente, tenemos mil y una tradiciones que cumplir, historias que repetir y muchos recuerdos que poner sobre la mesa que cada año crecen y crecen... eso es para nosotras la Navidad, y por eso nos gusta tanto.

Claro, que cuando interviene el drama de la compra de regalos, el envío de Christmas o las compras maratonianas a la búsqueda del mejor txangurro... bueno, eso ya es otra historia.
Vamos, que ayer mi hermana y yo volvimos gritándonos por la calle cual verduleras (que diría el pobre de mi padre... que cree que ha educado un par de niñas finas y monas... y bueno, ejem...) por culpa de los regalos que no habíamos encontrado, lo mucho que habíamos gastado en comprar las 4 cosas que sí habíamos comprado y  todo lo que nos quedaba por hacer... total, corramos un tupido velo.

Pasando ya a hablaros de mi receta para hoy os hablaré de este helado... un helado que copié de esta receta, y que pensé que podría "mejorar" combinando el blanco y rojo de las rayas de los palotes de caramelo... como veréis el invento falló, y me ha quedado un helado niña que desconcierta... porque uno no imagina que sabe a menta...

Desde que tenemos la heladera en casa, (lo siento Almu, no resisto a enseñarles cómo es nuestra heladera) la pobre ha trabajado de lo lindo... en balde, todo hay que decirlo, porque hasta el pasado verano que aprendí a hacer helados con David Lebovitz no hemos sabido pillarle el punto, ni a la heladera, ni a los helados.
Encima, ahora que tenemos un mega-ultra-espacioso-ordenado-cabetodo frigorífico la cubeta de la heladera está lista en cuestión de un par de horas.
Total que desde hace un par de meses no paro de buscar recetas chulas y apetecibles, de sorbetes, helados, granizados y más... para darle uso.

Habiendo visto la receta de helado de bastón de caramelo supe que esa iba a caer para estos días... en los que te apetece un dulce pero no comer nada  porque ya estás pesado... pero sigues con el antojo...
Pues este helado refrescante y con sabor a menta además de rico no empacha nada... al contrario... con eso de que la menta es digestiva... todo sea que el efecto placebo actúe.


Ya metida en faena y con el helado hecho me he puesto a "investigar" (véase meter las palabras candy cane - bastón de caramelo en inglés- en google) y madre mía... se me salían los ojos... la de cosas que se pueden hacer!! ¡cómo son los americanos a la hora de exprimir un tema! Sino, mirad, mirad... desde estos dos recopilatorios con posibles opciones, uno de Martha Stewart y otro blog llamado Love from de oven (o lo que es lo mismo "Amor desde el horno"... ejem... sin comentarios) hasta tartas, cupcakes, ¡¡ e incluso un cocktail!!

Lo que más me ha gustado y por eso os cuento es la historia del origen de estos bastones... ya sabéis que para estas cosas soy muy curiosa, y cuando la historia merece la pena me gusta incorporarla.
Pues bien, dicen que el origen de los candy canes está en el siglo XVI, en la ciudad alemana de Colonia, donde un pastor repartía en el servicio de Nochebuena estos dulces a los niños... sabio hombre, ¿no? Así, bien calladitos y entretenidos.
Por entonces eran sólo barritas blancas de caramelo de menta, pero tuvieron tanto, tanto éxito que llegaron a cruzar el charco, pero para cumplir el mismo objetivo, es decir, era un dulce ligado a la Navidad que repartían los pastores en las Iglesias.
Así, por ese entonces llegó otra tradición a los USA, la de tener árboles de Navidad en casa, que había que decorar... en un primer momento se usaban vayas, piñas y cosas vegetales, pero con el tiempo se les sumaron adornos comestibles, como galletas, ristras de arándanos y palomitas... y también estos palitos, que pasaron a tener esta forma tanto por razones prácticas como con afán de imitar la forma de un bastón de pastor.
Finalmente ya a comienzos del siglo XX y no hasta entonces comienzan a colorearse los bastones, bien de rojo bien de verde... y en 1950 un sacerdote católico inventó la primera máquina que hacía estos caramelos en serie.
¿Qué os ha parecido la historia? Está bien, ¿verdad?

Pues nada más, paso ya a contaros la receta, que os aseguro que es muy, muy sencilla. Lo único raro que a lo mejor (o más bien seguro) no tenéis es la esencia de peppermint... pero en las tiendas de repostería podéis conseguirla sin problemas. Otra solución sería infusionar un ramito de hierbabuena en la nata de la receta... pero entonces el helado sabría a hierbabuena, no a menta... eso a gustos.

Ingredientes para 4 copas de helado como las de la foto:
- 4 yemas de huevo
- 1/2 taza de azúcar
- 1 taza y 1/4 de nata
- 3/4 de taza de leche entera
- unas gotas de extracto de peppermint
- Y si lo queréis rosa como el mío una pizca de colorante en pasta rojo

Modo de hacerlo:
1. Mezclamos las yemas con el azúcar unos buenos 5 minutos con unas barillas convencionales o eléctricas hasta que las yemas clareen y la mezcla se esponje.
2. Añadimos a la mezcla la nata y la leche y llevamos todo al fuego.
3. Vamos calentando despacito y dejamos al fuego hasta que espese, sin llegar nunca a hervir... unos 10 minutos.
4. Sacamos la mezcla del fuego trasladamos a un bol y dejamos un par de horas que enfríe tranquilamente.
5. Momento en que añadimos el extracto de peppermint (a gustos, yo le puse 4 gotas y sabía muy rico) y el colorante.
6. Lo llevamos a la heladera y dejamos que esta frostice.

Fácil ¿verdad?
Pues eso ha sido todo, no quería dejar de publicar la receta, pero tampoco quería hacer nada muy complicado por si alguno se animaba en el último momento a preparar algo... así que este helado sencillo y que casi se hace solo puede rescatar a alguien de un apuro... al menos eso espero.

Mañana de todas formas estaré de nuevo aquí, nos hace mucha ilusión a Almu y a mí felicitaros la Navidad, así que, hasta mañana.
Un besazo, Luz.

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